Francesca Baruzzi en Beijing 2022: más allá de la crónica
En la máxima cita que el esquí alpino tiene cada cuatro años, las representantes argentinas fueron casi siempre más bien escasas; de hecho, en las últimas dos ediciones de los JJOO de Invierno, la delegación nacional tuvo una sola: ahora, Francesca Baruzzi acaba de terminar su participación en Beijing 2022.
El dato duro es
que participó en tres pruebas, quedó descalificada en una y terminó las otras dos:
afuera en el slalom, y terminó en el puesto 29° tanto en el Slalom Gigante como en el Supergigante.
La noticia breve dice que quedó Top 30 en dos pruebas olímpicas, además de
ser la latinoamericana mejor rankeada. Y es correcto. Pero no es todo. Hay
algunas cuestiones que deberían ser tenidas en cuenta para hacer una buena lectura de lo que
significan esos resultados.
En principio, y en clave retrospectiva, es importante contar que la nacida y criada en Bariloche venía de tener dos lesiones serias –de ligamentos- en años consecutivos, la última hace un año. En ese sentido, el mérito es enorme en términos de resiliencia.
Hacia adelante, los resultados aportan mucho más para profundizar que dos ubicaciones en el top 30.
En el caso del Slalom Gigante es importante mirar la edad de las que se subieron
al podio: 29 (Sarah Hector, SUE), 31 (Federica Brignone, ITA) y 30 (Lara Gut,
SUI). Esto sugiere que, a sus 23 años, Baruzzi tiene por delante dos ciclos
olímpicos completos para poder meterse ahí arriba, entre las mejores. Por
supuesto que no es sólo cuestión de tiempo, pero en este deporte el tiempo -la
maduración- es fundamental.
En el Supergigante el punto a explorar es precisamente el del reloj, aunque ya no el biológico, porque en esta competencia (como en todas las disciplinas alpinas salvo el paralelo) los atletas no compiten entre sí sino contra el cronómetro.
En la prueba, a
las dos suizas que entraron entre el primer puesto (Lara Gut) y el 13° (Corinne
Suter) las separó menos de un segundo de diferencia. Baruzzi, por su parte,
quedó a 3 segundos 14 céntesimas de la ganadora, lo cual es una diferencia
exigua y muy acortable con el tiempo y las condiciones de entrenamiento
adecuadas.
Para ponerlo en perspectiva: en otros dos muy buenos resultados históricos de argentinos en JJOO, el 31° de Luis Rosenkjer en el Descenso de Innsbruck 1976, y más acá en el tiempo, el 26° de Macarena Simari Birkner en el Supergigante de Salt Lake City 2002, ambos quedaron a más de cinco segundos del vencedor.
Por último, y
combinando pasado y futuro, está el ADN. Acá creemos que, si bien no
es indispensable para pelear arriba, lo que se lleva en la sangre suma. Y en
ese sentido, Francesca tiene la herencia genética de uno de los mejores
esquiadores que ha visto el Catedral: su padre, el Tano Baruzzi, profesor de
instructores y un tipo capaz de pasar de la pista mejor pisada a la nieve cartón más infame
con la misma elegancia y eficiencia, sin que se le mueva un pelo.
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